Ni las autoridades ni el Estado van a impedir que una situación como esta se vuelva a repetir en el país, solo usted como de padre de familia en su hogar

Probablemente usted ya vio el video en el que un joven identificado como Gerald, de 16 años, agredió a una estudiante de un colegio de San Carlos cuando ella regresaba a su casa en bus.
La agresión ocurrió a vista y paciencia de muchos otros colegiales, quienes se rieron de la situación como si fuera una gran gracia.
Al inicio se ve cómo la joven está en el suelo mientras Gerald le quita sus zapatos, le jala el pelo y luego se sienta encima de ella. Aunque ella le pide que se detenga e intenta ponerse de pie, Gerald no se lo permite y luego la empuja hasta las gradas del bus, en donde la continúa agrediendo y le lanza su bolso, para luego patearla. Estando allí le vuelve a jalar el pelo, se para encima de su cabeza y, al final, le escupe en el pelo.
A Gerald ya lo detuvieron las autoridades y la víctima ya está recibiendo la atención necesaria del Estado, pero ni las autoridades ni el Estado van a impedir que una situación como esta se vuelva a repetir en el país. Los únicos que pueden parar este tipo de violencia son los padres de familia, en el seno de su hogar.
Los padres no pueden esperar que las autoridades hagan lo que a ellos les corresponde: educar a sus hijos con valores, enseñándoles qué es el respeto y poniéndoles límites.
Tanto los buenos como los malos comportamientos se aprenden en la casa y por eso los padres deben pasar muy pendientes de cómo se comportan sus hijos fuera del hogar.
En la escuela, el colegio, con sus amigos y en el barrio. En todos estos espacios deben poner mucha atención a sus hijos y actuar antes de que sea demasiado tarde.
De hecho, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) explica que el acoso escolar se puede prevenir y se debe denunciar.
Este tipo de violencia se da cuando una persona o grupo de personas ejerce agresión física, verbal o psicológica, sexual, social o relacional sobre otra persona sea niña, niño o adolescente.
Se da en forma sostenida en el tiempo, con una intensidad creciente, conlleva peligro y puede tener consecuencias negativas y hasta letales en las personas menores de edad.
Para la psicóloga Carol Guzmán, los niños y niñas que reciben acoso empiezan a presentar cambios en el comportamiento, que pueden ser casi invisibles cuando se encuentran en situaciones de vulnerabilidad emocional.
“Es importante observar si empiezan a experimentar trastornos del sueño, aislamiento, intranquilidad, ansiedad, trastornos de alimentación, retrocesos en el desarrollo (no querer o poder realizar cosas que ya había aprendido y superado, como ir al baño a hacer sus necesidades fisiológicas y no orinarse en la cama, como lo hacía cuando era bebé), excusas para asistir a la escuela, marcas en la piel y otros comportamientos diferentes a los que presenta usualmente”, explicó Guzmán.
Para el PANI, en este momento que los niños y adolescentes están en vacaciones, es vital conversar sobre el acoso escolar y tomar todas las medidas de prevención y denuncia que se requieran.
A propósito de esto, enumeró las siguiente recomendaciones para padres, madres y/o personas encargadas:
- Pregunten a sus hijos o hijas cómo se sienten, cómo van sus estudios, cómo son sus compañeros y compañeras, cómo son las personas con que se relacionan en el entorno escolar.
- Eduque con amor y respeto.
- Cuando lo requiera, busque ayuda profesional.
- Conozca a sus hijos e hijas, comparta tiempo y présteles atención, para que, entre otros beneficios, pueda notar cuando ocurren cambios en su comportamiento, especialmente los cambios difíciles de apreciar.
- Establezca vías y canales de comunicación con sus hijos o hijas, mediante espacios de conversación, en los que niños, niñas y adolescentes puedan expresar sus opiniones, sin sentir rechazo o juzgamientos, por su forma de pensar. Esta práctica generará confianza y ayudará a que el niño o niña sientan que su sentir y su forma de ver el mundo, son validadas. Asimismo, sentirá más seguridad para informar acerca de la situación difícil que está viviendo.
- Conozca las amistades de sus hijos o hijas, ya sea en la virtualidad o en la presencialidad.
- Evite tratar los temas como si fueran tabús. Hable a sus hijos e hijas claramente, y de acuerdo con su edad maduracional, acerca de temas como el bullying, las relaciones sociales, la conducta suicida, la sexualidad y otros temas difíciles de conversar. Si no sabe cómo hacerlo, busque apoyo profesional para optimizar la orientación que brinde a las personas menores de edad.
- Trabaje con sus hijos e hijas en tener mapeada una red de apoyo, desde sus pares, maestros, maestras y establezcan los contactos necesarios.
- Negocie con sus hijas e hijos y conformen reglas.